[1] Lateralidad. Qué es?
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1. ¿Lateralidad?… ¿Qué es?
La lateralidad, a lo largo de todo el desarrollo físico y emocional del portero forma parte de su “esquema corporal”. Al hablar de lateralidad, es imposible no pensar en las más comunes conocidas, la mano o el pie con el que golpea o despeja un balón, pero además de éstas y antes de enumerar el resto de lateralidades que están relacionadas directamente con el rendimiento del portero, es preciso explicar el concepto.
Para comprender su aplicación en fútbol, debemos conocer dos aspectos importantes que la definen. Por un lado, es necesarios saber que la lateralidad hace referencia al predominio funcional de una parte del cuerpo sobre el otro que está determinado por la superioridad que ejerce uno de los hemisferios cerebrales, (Fernández, I. 1984). Y por otro, su relación con el dominio funcional de un lado del cuerpo sobre el otro al preferir utilizar de forma selectiva, mano, pie, ojo y oído de un lado para realizar actividades concretas que requieren precisión. (Conde y Viciana, 1997).
De los estudios realizados hasta el momento, un dato importante es que la mayoría de los futbolistas y deportistas en general, presentan preferencias motoras estables en la ejecución de numerosos movimientos técnicos y tácticos como respuesta a los problemas planteados en el juego, (Teixeira y Silva, 2003). Así el portero puede ser diestro o zurdo en cada una de las lateralidades mencionadas: ojo, oído, mano, pierna y pie, a las que sumamos, las de hombro y cintura, lateralidades que aunque menos estudiadas tienen un papel relevante en el equilibrio corporal, como explicaremos en el apartado siguiente.
De lo anterior, podemos resaltar que toda acción técnico–táctica que ejecuta el portero está dirigida cerebralmente y que además, es una elección. Bien, ¿qué indica exactamente el término “dominio”?. En el ámbito del deporte en general, se refiere a la “supremacía”, es decir, las lateralidades dominantes hacen referencia a la habilidad o destreza que tiene el portero para realizar cualquier gesto técnico que aprende y perfecciona con la práctica, hasta que lo ejecuta con eficacia y seguridad. (Rigal, 2006).
Tal y como describen Llopis, Ortega y Sainz de Baranda (2005), las acciones técnicos–tácticas son recursos motores de los que dispone el portero para resolver de forma inteligente, situaciones de juego. Estando de acuerdo con este planteamiento y ahondando un poco más, en lo que a mecánica de movimiento se refiere, y con la explicación de lateralidad antes referida, actualmente de estas acciones podemos decir que, más que un acto motriz, son un acto Neuromotriz. ¿Por qué? La razón fundamental es que el cerebro al dirigir el movimiento ejerce una influencia directa en la elección de la respuesta técnico–táctica.
Pensemos en una situación concreta de juego, un jugador en conducción con el balón controlado en carrera se acerca rápidamente a la portería que defiende el portero, teniendo en cuenta siempre la distancia y la posibilidad de que el poseedor del balón esté parado o no, el portero responderá siguiendo un proceso mental secuencial e interiorizado, en el que realiza varias tareas a la vez de forma simultánea.
De entre las posibles situaciones tácticas que pueden resultar de esta posición, “delantero–portero”, puede ocurrir que el portero decida adelantar su posición y salir al encuentro con una aceleración equilibrada, frenarse manteniendo el equilibrio corporal, poner el FOCO DE ATENCIÓN en la posición corporal del poseedor del balón, valorar con la colocación propia si posicionarse más adelantado o no con respecto al ángulo de tiro y portería, atender la opción directa de defenderla, ya sea por un posible tiro del poseedor del balón o anticipar un posible regate del contrario, etc. Lo vemos de forma gráfica en el siguiente video.
En definitiva, siempre que realice una lectura táctica contextualizada a una situación técnico–táctica individual o colectiva, el portero dará una respuesta acorde a esa situación, por lo tanto, se entiende que es una acción neuromotriz que requiere una integración correcta del esquema corporal propio, lateralidad y dominio del espacio, para ver en “multitarea” la dirección, velocidad del balón y coordinar con precisión los movimientos propios y del contrario que se dé en esa situación con todas las opciones del juego. (Llopis, 2010).

Las lateralidades de ojo, oído, hombro, cintura mano y pie, están implicadas en el equilibrio y la postura corporal, ya que todos los porteros se relacionan con el juego a través del recurso más importante que tienen a su alcance, su cuerpo: desde que procesan la información de la situación [intuir––percepción––VER–lectura táctica] hasta que eligen la respuesta neuromotriz directa, está la interpretación que hacen del espacio y tiempo de juego para actuar con su cuerpo y con seguridad.
Si enseñamos al portero primero a conocer su cuerpo para utilizarlo después como recurso técnico, le damos la oportunidad de desarrollar la inteligencia táctica y poder disponer de su mejor perfil corporal en todas las situaciones de competición que se le presente, individuales y colectivas, con garantías de éxito.
El siguiente post, Principio básico de funcionamiento de funcionamiento lateral.
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