El cerebro del portero cuando no hace nada
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En un partido de fútbol, la actividad física que realiza el portero en los desplazamientos previos a la ejecución técnica y la distancia recorrida en su área, es inferior a la de otra demarcación como un centrocampista o extremo. Frente a las 300 acciones explosivas promedio que realizan los jugadores de campo de la línea defensiva hasta el último atacante y defensor, y los 25 Kms que corren, el portero recorre de media en los casi 100 minutos de juego, entre 5 a 7 Kms.
Ya en la temporada 2002–2003, en el partido disputado en la Jornada 16 de LALIGA BBVA que enfrentaban al Real Madrid CF–Valencia CF, Santiago Cañizares consiguió alcanzar un récord en su demarcación: fue el primero portero de la historia en recorrer más distancia que un jugador de campo.
Aunque en el caso del portero, estas variables físico–condicionales, están más ajustadas al modelo de juego del equipo, el estilo más ofensivo o defensivo, al carácter, personalidad y lateralidad del portero, homogéneo, cruzado, más tranquilo o más intenso. Sin embargo, más que la distancia recorrida y la velocidad, es importante su explosividad en la toma de decisiones, ya que determina su destreza en todas las acciones coordinadas a nivel neuromotriz, para saltar, blocar, despejar o desviar el balón, para lo que su técnica, su talento, su habilidad perceptiva para leer la trayectoria y la velocidad del balón, le permiten elegir cuándo anticiparse y decidir el momento de salto.
En ese sentido, las sensaciones que tiene el portero si se encuentra fatigado a nivel muscular, son bien distintas a las sensaciones de encontrarse mentalmente cansado, con fatiga cerebral, sin poder focalizar ni concentrarse. Por tanto, lo que nos preguntamos es:
¿Qué hace el cerebro del portero cuando no está concentrado y no tiene una tarea específica a la que atender? Y después, ¿qué hace cuando no intuye el movimiento del lanzador porque no ve el balón? Es decir, la pregunta es: ¿Qué ocurre en el cerebro del portero cuando no hace nada?

En todas estas situaciones, cuando el cerebro no se encuentra dispuesto a hacer algo específico entonces, se dispersa. Y esta “Mente que divaga” en esos momentos de alto impacto emocional, cuando por ejemplo el portero comete un error forzado, independientemente de que quiera o no, ocurre que sus pensamientos viajan por su cerebro de un lado a otro a una velocidad incontrolable, apareciendo imágenes de lo que siente en ese preciso instante, sin control.
Pero, ¿cómo podemos definir estos pensamientos cuando el cerebro está atrapado? Con tres características básicas:
- Son automáticos, sin control más allá de la voluntad
- Son pensamientos con movimiento temporal de pasado y de futuro
- Buscan eliminar la incertidumbre vivida
Este es el modo de trabajo por defecto de nuestro cerebro, y cómo todo sistema equilibrado, tiene dos partes que funcionan de forma diferente:
- En un extremo, en un estado de pura supervivencia emocional, que si está entrenado luchará por atender a esas ideas repentinas y dejarse llevar por su creatividad almacenando estas experiencias positivas que le ayudarán con la información pasada a solucionar otros problemas futuros
- O en el polo opuesto, un estado en modo de alerta continuo con el que interpretará las señales de peligro y anticipará las dificultades preocupándose, a partir de aquí, en cada situación de partido por algo que le quedó pendiente, produciéndole estas sensaciones distracción, ansiedad y estrés
Y en este último escenario, ¿cómo reacciona el portero?
- Lo primero que siente es la necesidad de escapar, pero ante la imposibilidad de poder hacerlo, el bloqueo, le mantendrá distraído, con un estilo atencional interno–reducido que le impedirá participar de forma activa en el juego
- Después querrá luchar, lo conseguirá en función de las estrategias psicológicas que disponga para neutralizar lo que le está ocurriendo. Si no es capaz de afrontar con éxito la situación, sentirá que todo le supera
¿Cómo entrenar el cerebro para controlar estas situaciones? Entrenando la atención consciente, ser hábil para estar presente en esos momentos estresantes y fluir corporalmente para intervenir con precisión en cada toma decisiones.
Cuando el portero aprende a rendir en este estado, es capaz de gestionar la energía cerebral para encontrar el punto de tensión optimo en cada situación partido, independientemente de las consecuencias que ocasionen las decisiones, consiguiendo un estado de bienestar equilibrio y la tan deseada sensación de seguridad.
Gracias a los avances en neuropsicología deportiva y en lateralidad, todo el cerebro es entrenable para que esté focalizado y atento de forma plena.
¿Quieres entrenar tu cerebro? Escribe a revuelta25@lateralidad.es.

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